La ciencia se ha preocupado por esta tendencia tan habitual y, según una reciente investigación, se podría prevenir y evitar con un tratamiento adecuado. Como con casi todo lo relacionado con nuestro cuerpo, el origen está en nuestro cerebro. El detonante que nos lleva a comer mucha más comida de la que nos apetece o podemos digerir se encuentra en una región cerebral aún bastante inexplorada y que está conectada con las tendencias a excederse como respuesta a estímulos externos. Sí, en efecto, estaría también vinculada a otros abusos más allá de la comida como el alcohol o las drogas. En este estudio han descubierto cómo se produce ese vínculo entre los estímulos externos y la búsqueda de esa satisfacción inmediata. Veamos cómo.
La investigación se realizó con ratas que habían sido entrenadas para darse cuenta de que recibían agua azucarada cada vez que sonaba una sirena para posteriormente pulsar una palanca. Cuando los animales hacían este ejercicio los investigadores monitorizaron las neuronas ubicadas en una estructura cerca de la base del cerebro. Se percataron de que la actividad de las neuronas aumentaba muy notablemente cada vez que oían el sonido. ¿Cómo tus ganas de comer cuando ves una sabrosa hamburguesa en televisión? Sí, por ejemplo.
Mediante una técnica llamada 'optogenética' consiguieron anular temporalmente a esas neuronas tan activas con lo que las ratas dejaron de activar esa palanca o, cuando lo hacían, era de manera mucho más torpe. Aplicado a los seres humanos, ¿conseguiríamos 'desactivando' esa área neuronal suprimir las conductas adictivas relacionadas, entre otras cosas, con la comida?
Hasta ahora se había estudiado (y comprobado) que la comida y bebida con un alto contenido en grasas, azúcares y sal resultaban tremendamente adictivas. Además, hay otros factores externos que favorecen esa adicción como los estímulos visuales, auditivos -la publicidad, por ejemplo-, olfativos... Desactivando el mecanismo que pone en alerta sobre dichos factores se conseguiría evitar caer en estas tentaciones.
Aún se continúa investigando en esta área del cerebro tan desconocida y que abriría todo un mundo de posibilidades en el control de peso. Porque no solo evitaría los atracones, sino que permitiría también moderar el apetito y controlar el picoteo; en general, evitar consumir todo aquello que nuestro cuerpo no necesita y que solo suma kilos de más y resta salud. Algo que, por cierto, sería el verdadero fin de las dietas ya que cada uno podría autorregularse sin tener que pensar en qué poner en el plato
Fuente: Glamour