Se trata de un tema muy frecuente en la cultura pop. Pero para mí, significaba que a los hombres les encantaba mi falta de seguridad en mí misma.
"Parecías tan frágil que más de una vez pensé que ibas a echar a volar".
Uno de mis ex novios me confesó que se enamoró de mí un día en el que a mí me invadía la melancolía y buscaba consuelo en un libro sobre budismo. Llevaba un vestido de Diane Von Furstenberg con algunas partes rotas después de que, una noche, la persona con la que empecé a salir nada más mudarme a Nueva York, abusara de mí. Lo seguía llevando porque me encantaba. Por aquel entonces, comencé a darme cuenta que muchos hombres sentían una extraña atracción por las chicas deprimidas y yo era una de ellas en aquellos momentos.
Se trata de un tema muy frecuente dentro de la cultura pop (Las vírgenes suicidas, Prozac Nation o Inocencia interrumpida, entre otras). Pero para mí, una mujer bisexual que en aquellos momentos salía con hombres heterosexuales, significaba que a los hombres les encantaba mi falta de seguridad en mí misma: era la excusa perfecta para dormir con una mujer "adorablemente frágil" que no pedía mucho a cambio.
El hecho de que la sensación de tristeza que transmite una persona puede atraer a otra no es algo nuevo. Por lo general, los hombres encuentran más atractivas a aquellas mujeres que se sienten más vulnerables psicológicamente, según un estudio realizado en 2012 por la Universidad de Texas. Esto no debería suponer un problema, según la psicóloga y experta en relaciones humanas Barbara Greenberg, pero, a la larga, puede convertirse en importante motivo de preocupación para aquellas mujeres que sufren y no son capaces de protegerse a sí mismas, puesto que este tipo de mujeres se convierte en el objetivo de hombres tóxicos.
La mayoría de mis amantes no sabía qué hacer conmigo y a mí tampoco me importaba que me tratasen con condescendencia. Más tarde descubrí que este rasgo es típico de las personas que están deprimidas. "Las personas que sufren una depresión aceptan que no se las trate con respeto" señaló la Dra. Greenberg. "Inhiben su instinto de autoprotección, porque necesitan que alguien las tenga en cuenta y es entonces cuando aparecen los "depredadores" que se ven atraídos por esta vulnerabilidad en la que proyectar sus malas intenciones. Se trata de personas narcisistas o antisociales, que carecen por completo de empatía".
En efecto, uno de los tipos más retorcidos con los que salí durante mis momentos más difíciles se veía a la legua que era un sociópata. Era un mentiroso patológico, carecía de empatía y, a veces, también sacaba a relucir su violencia verbal. Las personas con trastornos mentales como el narcisismo y la sociopatía están deseando aprovecharse de alguien que está deprimido para satisfacer sus propias necesidades. El diagnóstico de los trastornos de la personalidad siempre resulta polémico (siempre es difícil decirle a alguien que su personalidad está trastornada), pero el hecho es que las personas con poca o ninguna empatía existen de verdad y yo puedo dar fe de ello.
Mi olfato para encontrar una pareja que tuviera buenas intenciones no funcionaba, sencillamente porque mi autoestima estaba por los suelos. Al cabo de unos pocos meses, volvieron a agredirme sexualmente, mis padres se divorciaron y puse fin a otra relación. Me mudé a Brooklyn y dejé el alcohol en un intento de empezar una nueva vida. Pero esa nueva vida supuso alejarme de muchos amigos y dejar de charlar con la gente en los bares, lo que unido al aislamiento que conlleva toda depresión no mejoró las cosas. Así que, en lugar de centrarme en la terapia y en los amigos que me pudieran aportar algo, entré en una espiral de relaciones basadas en el sexo con amantes que no me trataban como yo necesitaba que lo hicieran. Aquello sólo sirvió para atormentarme más, sobre todo, cada vez que mi pareja me ninguneaba o sólo me quería para tener relaciones sexuales, así que terminaba buscando otro hombre que se diese cuenta de lo que me pasaba. Durante aquella época, no tenía dificultades para encontrarlo, pero ninguno era lo que yo necesitaba.
El otro tipo de pareja problemática que una se encuentra mientras vive sumida en la depresión es el "salvador". En las películas en las que se mezclan los temas del amor y la depresión, la pareja de la chica triste suele tener buenas intenciones y quiere rescatarla de su infierno particular. "El problema surge cuando el miembro de la pareja aquejado por la depresión comienza a recuperarse y a ganar en autonomía y la parte "salvadora" empieza a sentirse incómoda con el nuevo equilibrio de poder que se establece", comenta la especialista en terapia sexual Kelly Wise.
Por supuesto que hay parejas que se preocupan de verdad, pero como mi amiga Ashley me explicó una vez: "Después de un tiempo, se rinden. Uno de mis ex rompió conmigo porque me dijo que lo estaba arrastrando también a él hacia la depresión y que ya no era capaz de soportar mis crisis". Pasó mucho tiempo antes de que Ashley aprendiera a identificar a los hombres que no estaban a la altura para ayudarla con su depresión y lo hizo asumiendo todo lo que conllevaba su situación.
Es evidente que superar una depresión es muy diferente cuando tienes una relación estable que cuando estás sola. Una pareja en la que confiar y comprometida aprenderá mucho sobre la enfermedad de su pareja (sí, la depresión es una enfermedad, no un fracaso moral) y a ser solidario con los demás. "Aquellas personas que sufren depresión pueden experimentarla varias veces a lo largo de su vida", recuerda la Dra. Greenberg, razón por la cual aconseja sincerarse acerca de su salud mental con sus parejas.
Un grupo de personas que te apoyen y saber cuidarse durante una depresión son requisitos imprescindibles para saber cuáles son tus necesidades y alejarte de las malas compañías. Con el apoyo de amigos, familiares y de la terapia se reducen las posibilidades de que vuelvas a caer en una relación tóxica. "Debes poner tu radar en funcionamiento, pero si no funciona bien, sólo debes confiar en la personas que te quieren. Confía en lo que te aconsejen tus amigos y en tu terapeuta, porque hay que ser consciente que ese radar no funciona bien cuando estás deprimida", explica la Dra. Greenberg.
Finalmente, acabé recuperándome y sintiéndome preparada para identificar una posible relación tóxica. Me curé gracias a la terapia, a los antidepresivos y a haber aprendido a cuidar de mi misma. Tal vez lo más importante, es que volví a tener parejas que me dieron su cariño, su apoyo y su compañía sin esperar sexo a cambio.
Sé que los demonios que vivían en mi interior todavía están ahí, pero ahora sé cómo manejarlos. Hace poco, debido a cambios personales y al clima político que vivimos, como muchas otras personas he vuelto a flirtear con la depresión. Así que sigo trabajando duro y sacando tiempo para cuidar de mi misma, lo que para mí, se traduce en un buen masaje, un buen libro o un buen programa de televisión. Muchos de mis demonios surgieron como consecuencia de una agresión sexual, por lo que ahora les hago saber a mis parejas cuándo necesito algo de tiempo y espacio para mí misma. Y he notado que, cuando siento esa necesidad, las personas a las que de verdad les importa mi bienestar se muestran muy comprensivas.
Reconozco que hubo un momento en que una parte de mí estaba convencida de que no tenía sentido vivir. Sin embargo, me he dado cuenta de que, aunque la vida parezca a veces difícil, los momentos de felicidad compensan con creces los momentos duros. Creer en la magia es mejor que no creer en nada.
Con información de: elle
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