Lo cierto es que -al contrario de lo que los hombres piensan- la dinĂ¡mica de afeitarse se desarrolla con bastante deficiencia en la mayorĂa de los casos, segĂºn los expertos.
Cualquier hombre mira con cierto desdĂ©n a quiĂ©n le pregunte si sabe afeitarse. Es de esas dinĂ¡micas masculinas que se tienen por sabidas y, mĂ¡s aĂºn, hechas de buena forma.
Sin embargo, los expertos en la materia siguen siendo los tradicionales barberos, para quienes la prĂ¡ctica diaria de afeitarse por cuenta propia se lleva a cabo en las peores condiciones para la cara y para la propia barba, en el caso de que se busque mantener un corte en ella.
Para sostener la crĂtica, sĂ³lo recuerdan un punto: es imprescindible el agua caliente. La idea es que la alta temperatura abra los poros y facilite la salida de los pelos. En ese sentido, el ideal es afeitarse despuĂ©s de ducharse, porque los poros estĂ¡n totalmente relajados.
Sin embargo, si no se puede, lo importante es pasar mucha agua caliente en la cara. El filo de las mĂ¡quinas tambiĂ©n se desplaza con mayor facilidad en esas condiciones.
- A continuaciĂ³n, una breve revisiĂ³n a cinco fallas que deben mejorarse.
1. El uso efectivo de las dos manos. Nada de ocupar una mano para rasurarse y la otra libre. En rigor, se requieren ambas porque mientras una maneja la mĂ¡quina, la otra va haciendo como una orientadora, estirando -ademĂ¡s- la piel. Porque esto es imprescindible: siempre se debe estirar la piel mientras se pasa la afeitadora. Esa una de las bases del Ă©xito. MĂ¡s que pasar diez veces por una zona rebelde, lo que debe hacerse es estirar mĂ¡s el Ă¡rea. El filo se desliza mejor y los poros se disponen de manera favorable.

3. El loco secado con la toalla. Lo habitual es que tras cumplir con la afeitada se recurra a un decidido y riguroso secado con la toalla. Crasso error. La cara ha estado todo el Ăºltimo tiempo sometiĂ©ndose al paso de una cuchilla, por lo que la irritaciĂ³n existente es mĂ¡xima. El frotado de una tela sobre la cara no sĂ³lo termina generando picazĂ³n, sino que profundizando la irritaciĂ³n. El secado requiere mĂ¡s elegancia que energĂa. Tal como se secaban algunos nobles, con golpecitos suaves y constantes. Hay que sumar a todo eso una toalla en buenas condiciones, siempre semi nueva o muy bien mantenida.
4. Nunca aplicar filo sobre un granito en la cara. Aunque si bien en la adolescencia ver un granito era sinĂ³nimo de pasar sobre Ă©l todo el rigor de la afeitadora, lo cierto es que no se trata de un comportamiento acorde a la madurez. Hay que avitar el paso de la afeitadora por esas zonas y, por el contrario, dedicarles un poco de tiempo con algĂºn tipo de crema que facilite el cierre natural de esos poros. El filo puede casuar la infecciĂ³n en un granito mal cortado. Y ahĂ sĂ que todo se complica.
5. La mantenciĂ³n de una afeitadora "regalona" por semanas. SĂ³lo un dato: el mayor porcentaje de enrojecimientos en la cara se origina por el uso de afeitadoras antiguas y desgastadas. Al no cortar, su paso reiterado presiona en demasĂa la cara y origina sarpullido. De ahĂ la situaciĂ³n puede cambiar a una infecciĂ³n. Las afeitadoras deben cambiarse observĂ¡ndose su banda hidratante, ya que el nivel de desgaste serĂ¡ el de la mĂ¡quina. Si una se utiliza dos a tres veces por semana, no dura mĂ¡s de quince dĂas.
Con informaciĂ³n de: Lifestyle.americaeconomia