El seƱor Mebarak, padre de Shaklira. EscribiĆ³ unas palabras muy reflexivas para su hija que a pesar de todo debe seguir luchando e ir creciendo.
William Mebarak, padre de la famosa cantante colombiana Shakira, escribiĆ³ una carta muy conmovedora para su hija, contando varias anĆ©cdotas que ha pasado junta ella, desde su niƱez hasta la actualidad, con el fin de darle aliento para seguir adelante a pesar de las circunstancias.
"Dar con un obstĆ”culo, perder el equilibrio y caer es algo que le puede pasar a cualquiera, pero lo importante es no volver a tropezar una y otra vez… A menos que la suerte continĆŗe ignorĆ”ndolo, como me sucede a menudo", escribiĆ³ William Mebarak en una de sus lĆneas.
El padre de Shakira cuenta que Ć©l se quedĆ³ sin dinero por pagar todas sus deudas que tenĆa pero en el fondo sintiĆ³ una hermosa tranquilidad de conciencia que jamĆ”s habĆa sentido y todo eso se lo debe a su mejor amigo Melek. “Al despertar al dĆa siguiente, me percatĆ© de que, despuĆ©s de pagar todas mis deudas y a pesar de encontrarme sin un peso en los bolsillos, ya estaba gozando de la mĆ”s hermosa tranquilidad de conciencia que puede existir”, escribiĆ³ William
William en su carta contĆ³ varias historias que hicieron que la vida del padre de Shakira fuera muy dura, Ć©l cierra con una hermosa frase y con ella corrobora que a pesar de todo lo que tuvo que vivir pudo salir adelante, y asĆ espera que su hija lo haga. “Como bien dice una canciĆ³n: “Y un dĆa despuĆ©s de la tormenta, cuando menos piensas sale el sol”, fueron las Ćŗltimas palabras de la emotiva carta de William a Shakira.
Lee la carta completa aquĆ:
Perder el miedo de volver a empezar
Dar con un obstĆ”culo, perder el equilibrio y caer es algo que le puede pasar a cualquiera, pero lo importante es no volver a tropezar una y otra vez… A menos que la suerte continĆŗe ignorĆ”ndolo, como me sucede a menudo.
Hace algĆŗn tiempo, el pasivo de mi negocio sobrepasĆ³ al activo por motivos que escaparon a mi control, produciendo tĆ©cnicamente una quiebra que se veĆa venir. Aquel tropezĆ³n que me di, el cual no pude evitar, me causĆ³ una fractura de todas las articulaciones econĆ³micas que me daban para vivir.
Hice gala de toda la persuasiĆ³n y convicciĆ³n ante mis acreedores haciĆ©ndolos partĆcipes de mi situaciĆ³n para obtener un compĆ”s de espera. LogrĆ© que me recibieran todos mis bienes: la casa recientemente adquirida, dos automĆ³viles, electrodomĆ©sticos, vitrinas de mi establecimiento comercial, caja fuerte, tres aires acondicionados, un remanente de artĆculos de joyerĆa y algo mĆ”s que no puedo recordar.
Al despertar al dĆa siguiente, me percatĆ© de que, despuĆ©s de pagar todas mis deudas y a pesar de encontrarme sin un peso en los bolsillos, ya estaba gozando de la mĆ”s hermosa tranquilidad de conciencia que puede existir, la cual fue recompensada por un amigo, que un tiempo despuĆ©s se convertirĆa en el mejor de todos, Melek.
Horas mĆ”s tarde me dio trabajo, no sin antes felicitarme por la valiente decisiĆ³n que habĆa tomado al entregar todos mis bienes y comenzar una nueva vida. Si me hubiera declarado en quiebra –teniendo en cuenta la escasa mercancĆa que me quedaba– solo debĆa pagar el 10 %, pero yo preferĆ cancelar la totalidad de la deuda.
Otro tropezĆ³n que me di, y que parecĆa volverse costumbre, ocurriĆ³ al finalizar el tiempo de los festejos por el grado de bachilleres, dedicado a un intercambio de invitaciones con compaƱeros en las que se compartĆan copas, cigarrillos sin filtro y trasnochadas sin tregua. Amenazas que no tuve en cuenta para evitar cuando debĆa hacerlo.
Para ese momento, algunos de mis condiscĆpulos empezaban a preparar maletas para viajar a diferentes paĆses donde ingresarĆan a las universidades escogidas de antemano y por supuesto, yo no era la excepciĆ³n: mi visiĆ³n de futuro estaba cifrada en la facultad de Medicina de Buenos Aires.
Desafortunadamente, esa nueva aventura estudiantil que querĆa emprender se convirtiĆ³ en un viaje de seis meses de tratamiento mĆ©dico, con diagnĆ³stico delicado y de estricto cumplimiento en BogotĆ”. Yo ignoraba la existencia oculta e invisible de una enfermedad que se volcĆ³ sobre mis ilusiones.
Cuando me dieron de alta, decidĆ ingresar a la Javeriana para, por fin, emprender esa proeza acadĆ©mica que me permitiera cumplir mi objetivo y, aunque cursĆ© el equivalente a tres semestres de Medicina, ya mis compaƱeros me llevaban mĆ”s de dos aƱos de distancia, lo que se convirtiĆ³ en un factor de desgano que fue potenciado por las voces del periodismo y las sirenas de la radiodifusiĆ³n, las cuales no pude rechazar.
Y asĆ podrĆa seguir contando todas las circunstancias en la vida que me han permitido caer y levantar, rememorar aquellas que tuvieron menos resonancia gracias a la resiliencia que, por cosas divinas del destino, aprendĆ a sortear. Una condiciĆ³n natural de todo ser humano, que indudablemente nos fortalece y nos permite aprender de la derrota para transformarla en oportunidad de desarrollo personal. Como bien dice una canciĆ³n: “Y un dĆa despuĆ©s de la tormenta, cuando menos piensas sale el sol”.
Con informaciĆ³n de: Wapa/ElTiempo