Marilyn Monroe suscita una curiosidad infinita. Cada vez que se publican nuevas imágenes sobre su vida íntima, salen a la luz descartes de una sesión fotográfica o poemas que ella escribió, millones de personas sienten la necesidad de asomarse otra vez a esta figura mítica tantas veces humanizada.
Si Marilyn, Norma Jean, nos atrae tanto es porque, en el fondo, no nos parece humana. Ni siquiera cuando rebosa naturalidad deja de ser un ser divino, superior.
Milton Greene, amigo cercano de la actriz ya fallecido, la fotografió en los momentos en que no era famosa, o quería dejar de serlo por un rato. Por ejemplo, cuando visitaba a sus padres en Weston, Connecticut. O recuperándose del divorcio con Joe DiMaggio en la oscuridad de un humilde dormitorio.
Una selección de fotografías inéditas de Greene se muestran este mes en el centro de arte Mana Contemporary, en Nueva Jersey. La exposición, titulada Marilyn: Character Not Image está comisariada por la actriz Woopi Goldberg y también muestra dibujos y escritos personales.
"Esta es la Marilyn que no se conoce. Eso es lo que tratamos de ofrecer. No lo que se sabe, sino lo que no se puede saber", dijo Goldberg el día de la presentación.
Detrás del glamour hubo, esto es obvio, una mujer. Dicen que era extremadamente vulnerable y ambiciosa, y que escribía poemas y diarios para digerir la vida, como tantos otros. Monroe escribió sobre la decepción y la amistad, el desamor y el amor, sobre el absurdo de la fama y cómo mejorar como artista. "Su vida personal sigue siendo un misterio", dijo Goldberg.
Quizá también esto sea una obviedad: nunca, por más que escarbemos en los restos de su pasado, sabremos quién fue Marilyn Monroe. Las fotografías inéditas de Greene no nos acercan más a la verdad. Son material fresco para seguir imaginándola, tal y como cada uno de nosotros queremos que Marilyn sea.
Con información de Playground
