La respiración es la llave maestra que permite que el cuerpo, la mente y la energía personal entren en equilibrio. Con un entrenamiento adecuado, es posible utilizar este recurso universal y vital como pocos para controlar el estrés, mejorar las funciones orgánicas y sentirse más relajado en la vida cotidiana. Las ventajas de aprovechar el mecanismo de respirar han sido reconocidas por la ciencia y usted puede obtenerlas desde hoy mismo, con sólo dedicar unos minutos diarios a esta práctica saludable y necesaria.
Aunque es un mecanismo poderoso que permite mejorar muchos de los síntomas molestos que nos aquejan día tras día, son muy pocos los atentos que aprovechan la respiración como un recurso para mejorar su salud integral.
Respirar es mucho más que proveer el aire mínimo y suficiente para no desmayarse: implica oxigenar cada uno de los tejidos del cuerpo y la sangre para que funcionen de manera más adecuada, lleven bienestar a cada uno de los rincones del cuerpo y alivien signos de inflamación, estrés o dolor. Con técnicas de respiración adecuadas, usted puede comenzar ya mismo a sentirse bien sin dietas, sin ejercicios intensos ni planes complejos de cuidado personal. La mejor idea para mantenerse en forma se encuentra muy cerca suyo.
Oxigenación: el quid de la salud
En la actividad física, en la alimentación, en la superación de momentos de tensión o de nervios, existe un aspecto de los procesos vitales que, por ser automático, pasa desapercibido: respirar. La buena respiración ayuda a sobrellevar el estrés, a reducir inflamaciones y dolor, mejorar la resistencia física y aprovechar el oxígeno en cantidad y en calidad para embellecer la piel y lograr efectos antiage, entre muchas otras ventajas que brinda este recurso universal y gratuito.
El proceso respiratorio
– El mecanismo de la respiración es complejo y fantástico, pero ponerlo en práctica requiere de una técnica sencilla.
– Cuando ingresa en los pulmones, el aire contiene oxígeno que es captado por la sangre gracias a la acción de los alveolos pulmonares, donde hay capilares sanguíneos en los que se “hace contacto” y se extrae el oxígeno del resto del aire —que contiene anhídrido carbónico y otros gases.
– Mientras inspiramos, las costillas se separan, el diafragma baja y los pulmones se ensanchan. Al espirar, la caja torácica se relaja, el diafragma asciende y se comprimen los pulmones.
– En cada movimiento respiratorio, un pulmón conduce 500 cm3 de aire en promedio, aproximadamente 20 veces por minuto.
– Los pulmones tienen millones de alvéolos que pueden utilizarse en su mayor parte para aprovechar la capacidad respiratoria. Respirar bien depende de esta utilización al máximo.
Fuente: Revista Buena Salud