Imitar
el look de personalidades como James Dean era una de las mejores formas
en la que los hombres conseguían vestir con estilo. Nada gritaba con
tanta rudeza como unos jeans azules, una playera de cuello en V y una
chaqueta negra que guardase un olor entre loción, piel gastada y una
especie de derivado de petróleo.
Ese
aroma hacia imaginar a las mujeres que aquel hombre había pasado
demasiado tiempo arreglando la motocicleta en la que planea recorrer el
país en busca de aventura.No obstante, con todos detrás del mismo look,
éste pasó a ser una caricatura con actitud rebelde. Así fue como el
estereotipo más gastado del tipo rudo y sin miedo a nada perdió todo el
estilo. A partir de ese momento los hombres buscaron nuevas formas de
exaltar su presencia, hasta descubrir que lo único que necesitaban era
la fuerza de un tatuaje.
Las razones para que estas marcas en la piel se convirtieran en el complemento perfecto de cualquier look u outfit, sobran. Sea algo trashy o elegante, cualquier hombre con un buen trazo de tinta marcará la diferencia entre aquellos que decidieron adaptarse a un aburrido y clásico atuendo, y quienes eligieron personalizarlo.
Comentarios